Cuando pequeño me decían que nací con un lápiz en la mano. En el colegio mis compañeros se reían con mis historietas o con las carícaturas que hacía de los profes. El único promedio 7 que tenía era en arte y al egresar fui premiado como alumno destacado en arte de mi generación. Entré a la Universidad Católica de Valparaíso a estudiar el año común de arquitectura y diseño. Al final del primer año mi dibujo fue destacado como uno de los mejores del taller. A pesar de haber querido estudiar diseño opté por la mención en arquitectura. Tres años me tomó darme cuenta que no era lo mio, aunque lo que aprendí ahí, si ha sido fundamental en mi desarrollo como artísta.
Impulsado por mi pasión por el cine y la narrativa visual reincié mis pasos y entré a la carrera de comunicación audiovisual, pero un giro en el argumento me llevó a estar un año después trabajando en el departamento de gráfica del Museo Interactivo Mirador MIM junto a grandes mentoras. Ahí decidí comenzar a dedicarme a la ilustración de manera profesional.
Con el Mim tuvimos una larga y próspera relación, pero al poco tiempo después estaba iniciando mis pasos en el mundo de la animación en Chileanimación. Lo que sería, sin saberlo entonces, otro taller de formación para lo que hago hoy.
A lo largo de los años y con el desarrollo de nuevas tecnologías me fui capacitando en otras áreas como animación digital, edición y postproducción digital o diseño crossmedia lo que me permitió cumplir con encargos para importantes editoriales, agencias, productoras o instituciones.
Los últimos 10 años he tenido el privilegio de participar en un gran número de proyectos creativos y estimulantes en los que he tenido la posibilidad de explotar mis capacidades como diseñador, ilustrador o creador de contenidos al mismo tiempo que afiatar mi relación con los clientes, lo que me ha dado la confianza para liderar o colaborar en equipos multidiciplinarios y hoy poder tener un compromiso cada vez más presente con mi veta autoral.